"Origen y vida del Pánico"
Todo comienza con las reuniones que amistosamente mantienen en París, en 1960, Arrabal, Jodorowsky y Topor. Arrabal cuenta con 28 años; desde 1955 reside en París, en donde ha sido ya publicado y estrenado. De él se ha ocupado la prensa, de modo elogioso. Alejandro Jodorowsky tiene trienta años, instalándose después en Méjico.
En sus estancias en París conoce el mundo de los artistas y llega, de este modo, a relacionarse con Arrabal. Polifacético: escritor, actor, director de cine y de teatro, propulsor de los "efímeros pánicos" (en 1965 habrá creado ya 27). Por su parte, Roland Topor, el más joven de los tres, deslumbra de inmediato a los dos dramaturgos con sus extraños bocetos y dibujos en los que concilia lo absurdo con lo cruel y lo irónico. El lanzamiento de Topor como pintor y dibujante data de su contacto con los panicos. Adviértase que una de las series de dibujos que más ayudaron a caracterizarlo, "Los masoquistas", se inicia precisamente en 1960. Posteriormente lo veremos convertido, como Jodorowsky y Arrabal, en un personaje polifacético, pues, además de la pintura, que le convierte en un artista enormemente cotizado en las mejores galerías europeas y americanas, cultiva el relato, el ensayo burlesco, la dramaturgia, el cine...
Las mencionadas reuniones tienen lugar en el Café de la Paix, de la Plaza de la Ópera de París. Dominique Sevrain, quizá injustamente, describe este Café como un lugar ajeno a las preocupaciones literarias, con su decorado barroco y su camarero negro vestido de "turco" que sirve el café a los clientes _ turistas extranjeros en su mayoría _; los "pánicos" trataban allí de arte, de filosofía, de las nuevas tendencias...y presentaban y discutían sus realizaciones personales. A los tres contertulios ya indicados se les irán uniendo otros (Monasterio, Alberto Gironella, Sternberg, Orestes J., Diego Bardón y otros) El grupo irá en aumento paulatinamente.
En realidad, en los dos primeros años no pretenden nada, no les ha pasado por la imaginación la idea de crear un movimiento vanguardista. Pero pronto, ante el clima de amistad y distensión de los distintos componentes de la tertulia y, a mi modo de entender, ante la ocasión de recíproco enriquecimiento y colaboración en opciones artísticas tan varias en contenidos y formas; y, por encima de esta tan plural relación, las coincidencias en sus comportamientos y en la filosofía comprensiva del arte y de la vida les hacen pensar en la posibilidad de formar un grupo al que inicialmente denominarán "burlesque".
"Burlesco" designa en el diccionario lo sacralizado rebajado al nivel de lo irrisorio. Siguiendo las huellas de la Generación poética española del 27, dicen tomar el término en su sentido "gongorino" (dándole un matiz gongorino, precisa D. Sevrain). Arrabal, que sin duda les ha informado extensamente sobre Góngora, les descubrirá otros aspectos "pánicos" del arte y la vida españoles (los místicos, Goya, Gracián, Gómez de la Serna). No creemos descabellado ver en este "burlesque", además del "matiz gongorino", un eco del esperpentismo de Valle - Inclán en sus actitudes iniciales (lo que no puede dar pie a exagerar, como algún crítico lo ha pretendido, las que en mi opinión mínimas e insignificantes influencias de Valle - Inclán en Arrabal, si exceptuamos la obra Oye, Patria, mi aflicción, de 1966)
En febrero de 1962, deciden cambiar el término "burlesco" por el de Panique (Pánico). "Burlesco" nos retraía a un universo barroco y contradictorio, a la luz y a la oscuridad culteranas, a la bella y a la bestia de la que el mundo clásico y Góngora ofrecen su variante en la fábula del velludo Polifermo con la frágil y nívea Galatea; al díalogo en un mismo plano (o, al rebajamiento por la irrisión) entre lo mítico, lo sacralizado, lo encumbrado socialmente y lo bajo, lo ridículo, lo monstruoso...Pánico abunda en estas mismas asociaciones. Para empezar, Pánico, en su acepción corriennte, designa a cuanto nos sobrecoge colectiva o individualmente, como consecuencia de un contagio endémico...(Fuente de investigación: publicación Francisco Torres Monreal. Letras Hispánicas 1986)
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